El Uruguay, aparte de ser un río, es un país que se
encuentra al sur de América. Tiene un clima sumamente húmedo, con poca
primavera y otoño, pero con invierno y verano bien definido.
También tiene la ventaja de ser un país poco corrupto; en el
listado latinoamericano, estamos por debajo de Chile.
Por nuestra latitud tenemos buenos vinos, sobre todo los
Tannat. Los finlandeses, que están más arriba en el listado anticorrupción
piensan que somos un buen país para invertir. Por lo tanto ya tenemos dos
plantas de celulosa. Y prometen instalar la tercera.
Nuestras plantaciones de eucaliptus y pinos conviven con
nuestra ganadería, las ovejas pastan tranquilamente y hasta los venados hacen
sus travesuras entre esos montes artificiales.
Pero, porque siempre hay un pero, ¿cómo es posible que
teniendo tanto futuro papel en la vuelta, tantas actuales y futuras plantas de celulosa, no tengamos la posibilidad de
comprar una caja de pañuelos desechables? Son las incongruencias de la vida. Mientras
tanto yo ando con sobrecitos de 10 pañuelos en los bolsillos de los pantalones
y chaquetas, más tres de ellos abiertos y desparramados en mi cartera y dos o
tres en las mesas de luz, los mocos colgando y de un pésimo mal humor.
Y pensar que a estas alturas de la vida, se supone que una
debe de dejar de comerse los mocos!