En el día
de hoy se conmemora el Día Mundial de la Mujer. Cada ocho de marzo salen a
relucir las diferencias que aún tenemos con los hombres, se habla de las
mártires que han luchado y muerto en búsqueda de los derechos que hoy tenemos y
de los que aún carecemos.
En la televisión
y en la radio están desde ayer repitiendo la misma letanía, los mensajes
feministas que me llenan la memoria del celular a través del WhatsApp y la
verdad es que ya no creo en nada de lo que tratan de comunicar. Me han hartado
al punto de tener que hacer un “apagado” virtual de mi persona por lo menos
hasta mañana en que espero que se termine.
Esto no se
debe a que no dé por sentado que las mujeres no tenemos las mismas condiciones
que los hombres, que tenemos en muchos lados un techo de cristal transparente
que nos impide ascender laboralmente, que, en la gran mayoría aparte de
trabajar, criamos hijos, cuidamos familiares, limpiamos nuestra casa, y hasta cuidamos
a nuestras propias parejas. Que tenemos pocas mujeres políticas, que tenemos un
gran número de femicidios. Soy consiente de eso, y me duele mucho.
Pero
también es muy doloroso que nos olvidemos de los niños y ancianos (sin importar
el género), de hombres frágiles, de homosexuales, de transexuales, de
incapacitados, que sufren igual o mayor discriminación que las mujeres.
No estoy
de acuerdo en que en los países musulmanes las mujeres no puedan optar por si
mismas, o que dependan de sus maridos hasta para poder tener un pasaporte.
Tampoco estoy de acuerdo que en Chile, Argentina y muchos otros países las
mujeres no tengan derecho legal al aborto. Tampoco me gusta el sistema de aborto
en el Uruguay. Pero tampoco estoy de acuerdo en las casas de retiro para
ancianos, donde los apilan delante de un televisor, llenos de pastillas para
que no molesten, sin entretenimiento, sin cariño.
Estoy
totalmente en desacuerdo en que para adoptar a una criatura tengas que pasar
años, mientras tanto posibles adoptantes y adoptables viven sin cariño, y estos
últimos amontonados en un hogar estatal. Me desagrada que las personas mayores
de 40 años tengan dificultad para encontrar trabajo por ser “grandes” y los
jóvenes no lo obtengan por falta de experiencia. Todas estas son personas, sin
importar su género. Me duele cada asesinato, sin importar su identidad sexual o
su edad.
Que
degraden la condición sexual de una persona, que por ser su día tenga el día libre, es una falacia y
venta de espejitos de colores. Ser mujer es una distinción, tenemos la chance y
la voluntad de dar vida. Soy una persona orgullosa de ser mujer.