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6 de mayo de 2018

Quedar cesante


Cuando una pierde el empleo, le pasan varias cosas por la cabeza. No era apta, no le gusté al nuevo jefe, alguna manaca me mandé y nadie tuvo el coraje para decirte la verdad.
Cuando pierdes tu trabajo, lo primero que piensas es en la suculenta cantidad de dinero que te vas a llevar, como invertirlo o como no gastarlo en dos días.
Cuando quedas cesante, luego de los seis meses de seguro de paro que te da el Estado, queda:
1)      Amigos que no lo eran
2)      Pequeños triunfos olvidados
3)      Autoestima pisoteada
4)      Poder adquisitivo restricto
5)      Ganas de hacer algo, pero no sabes que
6)      Considerate una mediocre
7)      Ahorros (en mi caso, pero no es lo usual)

Cuando estás en tu casa, se te ocurren ideas brillantes que a otro ya se le ocurrieron.
O tienes un querido familiar que te dice que te bajes de la nube y busques laburo (como si por todo este tiempo hubieras pasado haciendo crucigramas) o te piden que hagas algo para otros, en mi caso cocinar, como si una fuera tan conocida y querida como Mechi Rodriguez o Nora Rey. O que cuides los deberes de niños cuyos padres no les prestan atención. O peor aún, que escriba reseñas de viajes y de series, (no he viajado tanto, pero he visto muchas series, Netflix la me debería dar membresía honoraria) como tantos otros. Todos te dicen que hagas lo que más te gusta para ganar dinero, cuando nadie entiende que uno hace lo que le gusta porque sí, porque le da gratitud, satisfacción, y si me da dinero, mejor.
Puede ser que tenga baja la autoestima, no lo creo. Mi autoestima es oscilante, como mi presión arterial, aunque la primera es bastante alta, y la segunda mas errática, sube y baja, según las circunstancias.  Igual a mi ánimo y humor. Se podría decir que la bipolaridad me inunda, me rodea, me ahoga. Es un laberinto del cual no puedo salir hasta no hallar MI satisfacción…. Trabajar para el bien del otro, lo que a mi me hace feliz.