Dicen que las naciones se construyen a partir de la idiosincrasia
de sus habitantes, del valor cultural que tuvieron, que tienen y a los que
aspiran.
Hay naciones conquistadas en tiempos remotos que pudieron hacer
convivir ambas culturas, la propia y la del conquistador, generando un crisol bastante
amplio que con el paso del tiempo se transforma en identidad nacional.
A su vez, no creo que exista una nación que quiera su propio
sufrimiento. Pero existe como en toda las sociedades el colectivo ciclotímico,
bipolar, o “como te digo una cosa te digo la otra”.
Esas naciones que no se ponen de acuerdo en lo que quieren,
aunque la geopolítica les indique algo, se la juegan sin medir sus acciones. Ejemplos
sobran: el Reino Unido con el “Brexit”, los escoceses con su independencia, los
catalanes, etc. Son los clásicos “no sabemos lo que queremos, pero lo queremos
ya, y no nos hacemos responsables de lo que queremos”.
Estas son muestras de que votan algo de lo cual se
arrepienten, es decir tienen un colectivo bipolar de tercer grado.
Otros ejemplos son Colombia con si votaba el acuerdo de paz
con las FARC. Los colombianos optaron por el NO, cuando venían clamando por la
paz. Ciclotímicos o no saben lo que quieren?
Ni que hablar de Venezuela, que es la vedette de todos los
portales de noticias y redes sociales, ya que están en el juego clásico
infantil de tironeo de la cuerda para ver de que lado se rompe y de cuantas
personas queda en los bandos de los vencidos y vencedores.
Y los uruguayos no nos quedamos atrás. Firmamos todo para
quedar bien con Dios y con el diablo, no tenemos ni siquiera bipolaridad, sino indecisos
según la conveniencia, como esos niños de padres divorciados que no saben con
quien de ambos progenitores les sirve vivir.
En fin, será la gente que hace a las naciones o las naciones
que hacen a sus habitantes?
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