Como ya saben, anduve de visita por Bogotá,
capital de Colombia y del departamento de Cundinamarca (largo que se mandaron
el nombre….).
Allí descubrí varias cosas. Sobre todo la
sabiduría infantil.
Mi amiga Claudia, tiene dos hijos, Valentina de
11 y David Santiago de 7, y ellos preguntaban sobre el idioma que se habla en
mi país, y porqué soy tan blanca de piel.
Como le explicás a una criatura de 11 años el
efecto Rivera? Como le indicás la matanza del Salsipuedes?
No me había puesto a pensar en ello, hasta que
se lo comenté a mi querido Santi, y el fue el autor de este título; El EFECTO
RIVERA.
También tuve que explicar a muchas colombianas
el porqué las uruguayas no nos producimos tantos como ellas, ni usamos tanta
parafernalias para vernos lindas, ni porqué nuestros hombres son más lindos, ni
porque en mi país me consideran petisa, cuando para ellos yo soy rubia y alta;
no tanto como las gringas, pero alta y rubia al fin para sus parámetros.
Como le explicás a un niño colombiano que
nosotros no tenemos casi indígenas – gracias al Efecto Rivera, que nuestra
población tiene solo un 5% de raza afroamericana, o afrodescendientes, cuando
ellos se llaman orgullosamente indios y negros y niegan la palabra “morenos”. Porque
ellos son de todas las razas, blancos mezclados con negros, indígenas con
negros, indígenas con blancos, mulatos, y muchas razas que nosotros no
conocemos. Porque no saben que es el Uruguay, ni que clase de personas lo
habitan, porqué no hablamos la misma lengua, aunque si el mismo idioma. No entienden porqué una persona de pelo oscuro
natural (como lo soy yo antes de tantas tintas) puede ser tan clara de piel.
Tampoco entienden el porqué cuando en Colombia
los niños comparten la vida de los adultos, en Uruguay los relegamos a la
idiotez infantil. Los niños colombianos viven la vida de sus padres, comen,
comparten la vida, sin un pelotero, sino la vida real, la oficina donde
trabajan sus padres es “SU CASA” más allá de su hogar, donde sus padres hacen
cometas, van a los bailes y teatros con ellos, festejan el día de la madre como
un día de guardar de los cristianos; y
sobre todo, son consultados sobre la vida real, los niños toman decisiones, no
solo acatan órdenes.
Creo, desde que los conocí, entendí que los
bogotanos tienen mucho que enseñarnos.
Tienen misas en los “shoppings”! Eso es raro,
porque Jesús retiró a los mercaderes del templo, pero ahora los curas y los
pastores buscan a los mercaderes para predicar La Palabra.
Pero me quedó un hermoso recuerdo del pueblo
bogotano que es increíblemente amistoso, y ojalá tenga la oportunidad de
conocer otras ciudades colombianas.