Como muchos de Uds. ya saben, anduve por Singapur. Es un
país que no tiene estados, provincias o departamentos. Su territorio es pequeño
y como les está quedando chico, están tomando terreno al mar, como todos
sabemos que hace Dubái. Singapur es una democracia, con una forma de gobierno
bien conocida, la república parlamentaria. Es un país que no tiene mucha
prensa, sin ser por los juegos olímpicos juveniles en 2010.
Yo estuve poco tiempo, y por trabajo, más tiempo dentro de
un hotel, que por donde me gusta, por las calles. Pero el poco tiempo libre que
tuve, traté de disfrutarlo al máximo. No pude disfrutarla de noche, pero de
día, lo hice y al máximo.
No quiero hacer de esto un relato turístico, porque para eso
tenemos “Tripadvisor” y otras aplicaciones, consejos de otros viajeros y hasta
agencias de viajes que te programan todo. Yo voy a algo más que descubrí en
pocos días…. NI TANTO QUE QUEMA AL SANTO, NI TANTO QUE NO LO ALUMBRE.
Y a qué viene esto: Singapur, donde yo estuve tiene casi
todo prohibido, y por ejemplo: fumar fuera de los lugares indicados, masticar
chicle, conducir a alta velocidad, los peatones no pueden cruzar la calle fuera
del lugar indicado, no se puede escupir ni tirar basura, está penado no tirar
de la cisterna. Escupir y tirar basura es incorrecto, la mendicidad no existe,
tampoco gente viviendo en la indigencia. Hay
cámaras de seguridad por todos lados (no las vi en los baños, pero no sé
si no existen). Pero a lo que voy, es que esto es votado y aceptado por toda la
población. Nadie se queja, todos aceptan.
En mi país y muchos de mi región que conozco queremos tener
una ciudad así, limpia, con buen transporte, sin graffitis…. Pero, estamos
dispuestos a perder nuestro derecho?
Como pueden vivir tantas religiones en un territorio tan
pequeño tantas religiones sin que se agredan mutuamente?
No sé cómo le hacen, pero estuvo buena la experiencia, y a
mí, al menos me dio mucho lugar para la reflexión.
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