Capítulo 2 – La visita infructuosa a la Quebrada de los Cuervos y Cañada del Brujo. Éxito en Melo.
Salimos de La
Charqueada con la promesa de que volveremos con más (y mejor) tiempo y con las
cañas de pescar. Enfilamos bajo lluvia.
Nuestra ilusión
de poder comer al aire libre unos buenos churrascos no cede, somos porfiados e
ilusos. En un supermercado en Treinta y Tres compramos dos churrascos, recuperamos nuestro acervo de agua mineral y
hielo para conservar bien los churrascos y enfriar el whisky que tomaremos
antes de comer los churrascos, porque no solo de agua mineral se hidrata el
hombre.
A la mitad del
camino rural que nos conduce a la quebrada, reflexionamos que no es una buena
idea, ya que con tanta lluvia el camino va a estar más resbaladizo de lo que
costumbre. Pero aprovechamos esos momentos para pedirle a la madre naturaleza
alguno de sus helechos que crecen cimarrones y aprovechar y sacar fotos del
verdor (y con tanta lluvia, los campos no iban a estar amarillos, no?),
terneras con sus madres, todas curiosas, y caminos perfilados con flores
blancas. En el camino nos topamos con tres vehículos más que estaban en la
misma que nosotros, desistiendo del encanto de la quebrada y volviendo. Les
sacamos fotos, nos sacaron fotos, nos reímos un rato y seguimos. Es increíble
la calidez de la gente del interior o la que adoptas cuando vas al interior. Tienen
eso que los capitalinos hemos perdido: la confianza y la gentileza de alma. Igualmente la Quebrada de los Cuervos la conocemos,
pero nos intriga mucho la Cañada del Brujo, que es campo privado y tenés que
llamar a su encargado para visitarla. A la vuelta lo haremos. Igualmente
disfrutamos de la ruta 8; sus sierras y quebradas son muy vistosas. Si dejase
de llover, hasta podríamos disfrutarlas.
Visto y
considerando que el paseo se nos suspendió, decidimos enfilar para Melo,
Capital de Cerro Largo, con una fama de capital Gay. En la ruta tengo prohibido
hablar de “na-ran-jaaas” y “bo-rreee-go”, entonces entoné el cántico “mi-la-neeeee-sa”
cada vez que veía una oveja. El Santi se apiado de mí, y no me dejo en la ruta gracias
a la lluvia. La primera vez que veo que estas precipitaciones me ayudan en
algo.
Llegamos bajo
agua y hambrientos. Consideramos que por más Wi-Fi que tengan las plazas, no es
correcto realizar un asado ahí, así que enfilamos para el Hotel Virrey Pedro de
Melo. Clásico hotel del interior, un poco antiguo, pero prolijo y limpio. Luis,
su recepcionista e hincha a muerte de Peñarol, luego de darnos la bienvenida,
nos aconseja que almorcemos (creo que vio mi mirada famélica) y nos envío a
Forno’s.
La recomendación
fue excelente, les debemos las fotos de mi milanesa rellena y de la napolitana
que pidió El Santi, pero vale decir que hasta el mozo se asustó, pues dice que
una mujer nunca terminó ese plato, y menos a la velocidad con que la deglutí.
Claro está que luego me sentía la boa de El Principito, pero duro poco, sólo hasta
la cena.
El pobre Luis
estaba viendo el partido de Rampla – Peñarol, y no podía creer que se le había
sumado una pasajera de su hotel, pero hinchando por Rampla. Tengo que admitir
que le deseé buena suerte para el clásico, pero con los dedos cruzados.
La lluvia cesó
un poco y salimos a caminar, todo cerrado, y también descubrimos que los
horarios de los locales de Melo son increíbles. Hay un local que los lunes abre
a las 16 y cierra a las 20, por ejemplo. Y lo peor es que tiene cosas
interesantes a precios más que interesantes.
La ciudad es linda,
prolija, muy limpia. Ninguno de sus motociclistas usa casco, lo que denota que
son los cabeza dura más dura del país. También se percibe que aparte de sus
apellidos, han heredado bastante de los vascos que se establecieron por acá.
Como yo también
soy de ascendencia vasca volvimos a Forno’s. Esta vez más liviano, pero ni
tanto como la pizzeta de El Santi y mi sándwich caliente. Volvemos al hotel y con el Wi-Fi nos
percatamos que va a seguir lloviendo. Volvemos a pasear bajo la lluvia, cual
novios nuevos, pero en realidad es por huir de las campanadas de la iglesia que
queda al costado del hotel. Luego tendré que hablar con el cura, porque en vez
de llamarnos a misa, nos expulsó! No puede mandar sus campanazos por Internet?,
se lo twitteo!
Amanece y el día
es gris, pero tiene un nuevo gris, ese que deja ver, al fondo, muy al fondo un
azul celeste, ese que caracteriza nuestra bandera….. Por ello tendremos
obligatoriamente parada en Villa Ansina, Mina de Corrales, Represa de Cuñapirú,
Valle del Lunarejo, Rivera, Masoller……
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