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9 de noviembre de 2014

Capítulo 1 – Salida de Montevideo hacia Pueblo Gral. Enrique Martínez (o La Charqueada)


Estas vacaciones empezaron raras. El Santi, clásico exponente uruguayo, dejando todo para último momento y yo con cara larga. De esta manera, decidimos hacer la vuelta al revés, comenzando por el final que tendría que haber sido La Charqueada.
El camino hacia Cerro Largo fue en silencio. La lluvia torrencial no dejaba que nos diéramos el lujo de distraernos del camino. La lluvia nos persiguió, si es que no nos tiene de rehenes. Mis cantos de “bo-rreeeee-go” fueron acallados por el diluvio que nos acompañaba. Solo al acercanos a Minas puede pronunciar, suavemente, tal si fuese un suspiro:“biz-cooooo-chos”. Y la verdad que valió la pena. Qué bizcochos!! No decimos donde los compramos porque eso sería un "chivo" y este espacio es serio.

Luego de eso, poca comunicación, ya que el tema iba a ser reiterativo: Oficié de intérprete para que El Santi entendiera alguna cosa de los monólogos de Adal Ramones. Si señores, nos fuimos con los monólogos grabados para reírnos un rato, porque la lluvia nos ha inundado la sonrisa. Aunque el “tengo hambre!” y el “falta mucho?”, no faltaron.

Pasamos por Minas, El Salto del Penitente, Mariscala (sin bajar a comer milanesas, pero eso es otra historia), Treinta y Tres (ahí con la ilusión de que el sol saliera) donde compramos carne para hacerla al llegar a nuestro primer destino. Todo por ruta 8, luego tomamos la ruta 17, que según El Santi es muy linda panorámicamente, pero entre las ganas de llegar, el hambre, el no buen estado de la ruta, las ganas de estirar las patas…. Aceleramos para encontrar la casa de Dorita. Nos recibe una casa acogedora, impecablemente limpia y prolija, aunque con una decoración muy “chic” 


Pero sobre gustos no hay nada escrito. Y el único problema es la verborragia de nuestros anfitriones. Dorita con Nelson, su marido, hablan al mismo tiempo, de diferentes cosas, se pisan en sus ideas y conceptos. Esto ya nos alegró el día, que seguía gris y húmedo. Si algún día vuelvo, seguro llevo tapones para los oídos. Miren que El Santi y yo no somos mudos, hablamos bastante los dos, pero esta pareja nos deja en segundo lugar y por varias lenguas, perdón, leguas.

Lo que alquilamos es una casita al costado de su casa, esperando que las paredes sean gruesas, así podremos dormir sin escuchar tanta cháchara. La casita está impecable, yo creo que no se acercan ni las moscas para no tener que escuchar las monólogos interactivos de sus dueños. Es más, los monólogos de Adal Ramones son cortos a comparación.  En 5 minutos nos enteramos que les gusta ir al litoral, que el yerno fuma, que la perrita que tienen está en celo, que los vecinos son nuevos y todos los recorridos turísticos; pero todo al mismo tiempo. Como decía Dante “perded toda esperanza vosotros los que entráis” sin tapones de oídos o cinta del pato al menos. Andan volando, son más que 4G.

Nosotros que nos jactamos que tenemos de todo en nuestro recipiente de viaje, pero descubrimos que el salero estaba vacío y encima no podríamos usar el disco de arado por las inclemencias del tiempo. Pero súper Dorita vino al rescate y nos ofreció sal y nos recomendó preparar las costillas al sartén… Astuta Dorita; lo que pasa es que las nubes de la atmósfera empezaron a bajar, y han nublado también nuestras mentes. El almuerzo pasa, seguido de una buena siesta, que otra cosa se podía hacer?

A la tarde salimos a recorrer el pueblo, en aras de procurar una cena…. El Santi desactivó su GPS interno y dimos 30 vueltas a la plaza principal. Ya me parecía que no podía haber 25 escuelas y 7 liceos para una población tan chica. Descubrimos que en La Charqueada, no hay farmacia, ni boliche, ni pizzería, menos mal que encontramos un almacén para comprar unos fideos, para cocinar con manteca y queso que sería nuestra cena.

Fuimos al río, y los locatarios pescaban. Como todo pescador, siempre salimos con amigos de estos lares, y así el policía del pueblo y uno de intendencia nos contaron donde pescar, qué cosa, en que época. El clima no nos permitió cruzar el Cebollatí para ver que había de otro lado. Esta ya es una tarea pendiente, pero cuando hayan avisado que habrá seca por los próximos 15 años. Las cabañas municipales están de lo más coquetas, y no cuentan con Dorita, pero cuando fuimos ya estaban todas ocupadas.

Volvemos a nuestro hogar temporal, antes de la cena, un partido de Conga…. El Santi se siente el imbatible, porque me ganó tres manos al hilo, pero no es por crack, es porque yo solo escucho el ruido de la lluvia. El Santi, en su afán de levantarme el ánimo, comienza a relatar nuestras primeras vacaciones, pero ahí se da cuenta que también fueron perseguidas por la lluvia…. Boquita con llave. Aunque creo que las pilas del tipo se cargan a lluvia, más llueve, mas ganso se pone….pero al menos me saca unas buenas carcajadas con sus chistes tontos.

A la noche, descubrimos la verdad de la milanesa en dos panes, Dorita se nos acerca a monologuear y nos cuenta, entre tantas cosas, que ella es peluquera.  Mi querido Pablo..., no te ofendas, pero todos sabemos que los peluqueros, sin importar el género, hablan y hablan. Nos contó que hasta le hacia baños de crema al cura! Imagínense.

Vino la cena, fideos con manteca y queso,  con mantel de nylon, con lluvia y tengo que salir corriendo para no sentirme en un geriátrico. Es por ello que tomo a El Santi y lo saco a caminar, los dos juntos. Su GPS sigue desconectado, y por enésima vez en mi vida me siento un lazarillo, pero yo complacida, para qué es una pareja sino?. La ventaja de esta caminata es que es sin miedos a una punga, robo, mirando alguna luciérnaga, bichitos tan “tunneados”. Sólo les falta que la luz sea violeta.

A las nueve de la mañana del día siguiente no hay nadie en la calle, solo nosotros y algunos de esos perros dueños de todo el pueblo. En la panadería (esta vez dimos tres vueltas a la plaza, vamos mejorando!). Casi nos hacen una fiesta por haber entrado, pero la suspendieron cuando notaron que siendo el día de todos los muertos hay una caravana de 3 señoras mayores, dos señores aún más viejos y dos jóvenes que iban con auriculares….. Por respeto, con lo que a mi me gustan los cementerios, esta vez me abstuve, por respeto a los vivos que quedan en este pueblo.

La Charqueada es un pueblo tranquilo, con menos de 1400 personas, pero con mas almas, porque el cementerio esta llenito. Su mayor atractivo es la pesca. Prometo volver, y haré lo posible para que esté el sol a pleno y no la lluvia en exceso.

Una de las cosas divertidas fue el perseguir, a trote no más, a los Cardenales, y tratar de fotografiar a los jilgueros amarillos, que para mi son pajaritos manyas, pero que cuidan su nido como ninguno.



El próximo cuento viene del resto del viaje…. Minas de Corrales, Quebrada de los Cuervos, Gruta del brujo…. Etc.   


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