El Santi
está con el tema que se va volviendo viejo. Se queja que le duele todo, anda
tomando pastillitas de colores para los dolores (la rima fue involuntaria), se
queja y cuenta historias que a nadie le importa; pero es El Santi.
Lo que el
tipo no entiende es que a mí también me duele todo, y no sabe que su vivacidad esta tan lejos
de la mía, como los veintitrés años que nos separan, pero yo no tengo tantas
ganas.
El Santi no
sufre de dolor de ovarios, ni de jaquecas, tiene la espalda derecha y no es alérgico,
el tipo se levanta y arranca, no se de donde saca la fuerza, creo que voy a
revisar la yerba de su mate, porque me da envidia.
Sé que no
toda la vida va a ser así, sabemos que la vejez le llega a todos. Solo espero
que sea esa vejez digna, buena, que deje los pensamientos fluir y los recuerdos
intactos. Sea de esta manera o no, la ventaja es que sabemos que nos tendremos
el uno al otro, uno diciendo tonteras y el otro riéndose del chiste de la
semana pasada.
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