El Santi y yo comenzamos nuestras vacaciones
este sábado. Lamentablemente El Santi entró en modo “vacaciones” inmediatamente
y estoy a punto de esconderle el “Pharmaton” por el bien de mi salud mental y
en procura de paz.
Ya sé que estoy de vacaciones, pero en casa no
son vacaciones, ergo, necesito irme, dejar el domicilio diario y la rutina para
comprobar ese beneficio. El Santi no necesita eso, pero estoy segura que cuando
encare la ruta, se va a poner serio. La pobre Gaby soporta estoicamente mi cara
de “ya no aguanto más” y hasta me comprende, ella también desea ardientemente
que papá y mamá se tomen los vientos, y ser dueña y señora de la casa.
Mientras tanto: El Santi sigue: va al vivero,
planta árboles y arbustos, cocina, arregla la antena de la TV, verifica que el
automóvil este 100% bien, canta, bromea, pero no hace su bolso de vacaciones!
También come, porque para él, un sinónimo de vacaciones es comer sin parar.
Verifica mil veces el tablero de la alarma así como sus baterías. Recolecta
cargadores y pilas recargables (y se enfurece cuando no encuentra más pilas),
va a la maderería y encarga palos y compra viruta; pinta y repinta lo pintado,
pero sigue sin armar el bolso, y a mi me desespera. Anda con esa sonrisa
socarrona de “te embromé”, que a mi me desespera más aún.
Juega con el juguete nuevo que tenga, sea lo
que sea, lo desarma, lo vuelve a armar, bromea…. Yo solo quiero encarar la ruta
y llegar a nuestro primer destino que marcará el resto de nuestras vacaciones!
Adoro a El Santi, pero….. hay veces que me
desespera, sobretodo en vacaciones en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario