Mucha gente dice que soy intensa, demasiado
intensa. Y creo que es verdad. Yo no tengo máscaras, no tengo filtros,
simplemente soy yo.
Soy bestia por naturaleza; mis pensamientos los
expreso sin tapujos cuando mi alma quiere largarlos, no hay lomos de burro
entre mi lengua y cerebro. Aunque esto me traiga problemas, la gente que me
conoce sabe que hablo en serio, porque soy un charco de agua clara que ha caído
delante de los otros. Pero esos charcos que no son para chapotear, soy de esos
que solamente dejan ver la inmensidad del universo, mi pequeño universo.
Soy fiel y apasionada con El Santi, mi familia,
mis amigos, con mis valores y principios y hasta con mis finales, tengo valores
pero no precio, tengo rencores, pero también tengo deudas de gratitud. Tengo
abrazos pendientes y he dado demasiados besos.
Puedo
morir de amor, pero de todo tipo de amor: hacia mi pareja, por una buena
comida, por una reunión con buenos amigos, con buena música, y con la mala
también. Soy solidaria, aunque sea egoísta.
Me enloquezco con varias cosas: con la cocina,
con los jueguitos, con la lectura, no dejo de comerme las uñas, adoro mi
trabajo por su gente, por su ritmo. Adoro el campo, la naturaleza, a mi
familia, la propia y la prestada. Mi lealtad es para siempre, hasta que me
defrauden, luego, vuelvo al camino y repito los aciertos y marco mis errores.
Tengo memoria y olvidos. Mi vida pasa por
aciertos y errores, por aciertos y desatinos. Me enfrento a una pared y la
derribo pero me enfrento a un dilema y me diluyo en lágrimas.
Lo único que he robado en mi vida es la sonrisa
o el odio de algunos. Tengo un alma joven, simple, y quiero seguir siendo así.
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