Sin querer entrar en temas políticos ni morales, me duele
mucho lo que está pasando con los refugiados sirios en mi país.
Vinieron, según ellos, con mentiras. Pero sin duda alguna mi
país les ofrecía, les ofrece y les garantiza paz. Les estamos dando la
oportunidad a sus numerosos niños de olvidarse de esa pesadilla de guerra, del
hambre. Les estamos dando la oportunidad de crecer y creer en la paz.
Pero lo que me duele es que vengan a decirnos lo que todos
sabemos, pero no lo reconocemos
intrínsecamente, sino solo lo hacemos como queja. “Que caro que es vivir en
Uruguay, no hay seguridad”.
Todo uruguayo lo sabe, pero no lo asimila, solo lo usa de
muletilla para quejarse de algo, o mejor dicho, quejarnos de todo. Me duele que
venga gente de afuera, que ha vivido cosas indecibles, a querer volver a ese
infierno, porque para ellos es preferible ese infierno que nuestra paz.
De repente me acordé de la canción “Adagio en mi país”. Poco
tiene que ver, pero:
“En mi país, que
tristeza, la pobreza, el rencor…
Tú no pediste la
guerra, madre tierra, yo lo se…
En mi país, somos
duros, el futuro dirá.
Canta mi pueblo una
canción de paz”
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