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25 de julio de 2018

Del “no le gusta” a la mala educación



Cuando yo era chica te daban de comer lo que había, si te gustaba, bien, sino también. Comías lo que había o no comías nada. Te quedabas con el apetito insatisfecho, pero no te daban otra cosa. Nadie se molestaba en levantarse, dejar que su comida se enfriará, aunque en casa hubiera microondas.
El tema es que ahora los chicos no comen, a veces porque a uno de los padres no le gusta sin molestarse en preguntarle al chico si lo quiere probar o no. A mi me ha pasado en casa, que los padres traen comida en un “tupper” para sus hijos, y así le niegan la experiencia de probar algo nuevo. Algunos de estos mismos chicos se las ingenian para llegar a la cocina y probar, pero no todos logran sortear a sus padres, o simplemente ya saben que “no les va a gustar”, porque la palabra de los padres es palabra santa cuando les conviene.
Uno, como buen padre, trata de que sus hijos aprendan todo. Les enseñamos los colores y las formas, los estimulamos con olores, pero casi nunca con sabores. De alguna forma estamos creando analfabetos del sabor.
Una de las imágenes mas claras son los menús infantiles. Todos involucran panchos, milanesas, hamburguesas, y los osados ponen ravioli con tuco, plato exótico si lo hay. En los establecimientos los entretienen con juegos y juguetes llenos de colores, a comparación de la comida que están obteniendo. ¿Es tan difícil arman un menú infantil que sea tenga la misma disponibilidad de un plato para adultos con la cantidad adecuada para un niño?
Ahora que el tema de la obesidad infantil y de la gordura en general está en boca de todos, no podríamos bajar el sodio en exceso y las bebidas azucaradas, ¿y darles una mejor calidad de vida a nuestros hijos?  ¿Es necesario llevar a los niños en vacaciones y feriados a comer comida industrializada, llena de grasas saturadas en lugar de un restaurante normal? ¿Con que necesidad subestimamos a nuestros hijos a que antes y después e inclusive durante la comida tengan que jugar en la plaza de niños o con el celular, antes de mantener una conversación con sus padres, y mantenerse quietos en la mesa por más de 10 minutos?
¡A mí personalmente me disgusta es el “no le va a gustar eso”, pucha! ¿Como lo sabes? ¿Alguna vez les dieron a probar y lo rechazaron? Lo más probable es que no lo hayan hecho. El “no le va a gustar eso” es una frase adivinatoria, no establece una certeza.
Muchos padres se desgarran las vestiduras diciendo que quieren lo mejor para sus hijos, sin detenerse a pensar qué hacen por ellos y cómo lo hacen. Si tu ser más preciado anda suelto en el auto porque le molesta usar el cinturón o la sillita, si no come otra cosa que alimentos fritos o súper procesados, porqué lo obligas a estudiar idiomas o piano, o tenis, ¿con que razón tiene que jugar al fútbol? ¿Por qué es tan difícil enseñar a un chico a aprender a comer y limpiar su cuarto o no tener desmanes?
La virtud y la capacidad de ser padres no significa cuan fértil eres, ni en cuanto los proteges, sino también como enseñar a tus hijos a ser fuertes e independientes.



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