Thor y yo
teníamos varias cosas en común, roncábamos diferente a los demás, de afuera
para adentro. Comíamos despacio, nada de apuros. Nos gustaba tomar la siesta y
nos hacíamos los despiertos o los dormidos cuando nos convenía.
El siempre
esperaba por mí, y me daba la bienvenida cada vez que llegaba a casa, aunque
fuera al supermercado, él me esperaba. Cuando me iba de viaje, èl me esperaba y
cuando me veía se hacia pipi arriba, pero cuando me veía salir con la valija,
lloraba, porque ya nos estábamos extrañando.
Cuando buscábamos
un perro de su raza, fuimos a un lugar, y él me eligió a mí. No tuve dudas que
Thor seria su nombre y Thor iba a ser mi perro y para èl yo seria su mamá. El
era tan genial que creció creyendo que yo era súper poderosa y aun con sus
varios kilos se tiraba arriba mío y me lamia y besaba. Era una adoración mutua.
Hoy 2 de julio de
2018 decidió dejarnos. El muy atrevido, capaz que sabiendo lo que yo lo quiero,
no se dejó morir a mi vista. No lo he visto ni lo veré. Dejaré que nuestros
recuerdos nos acompañen.
Mi Thor, mi gran
compañero canino, ahora descansará en Valhalla,
paraíso de los Dioses, y yo seguiré siendo su valkiria incondicional, y salvado
en otras instancias por Odín, El Santi.
Como nuestro Thor
será incomparable e insustituible. Será recuerdo y memorial.
En mi ser más
interno, serás siempre mi bien amado Thor.
una pena....
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