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18 de febrero de 2014

Comer Solo

Comer solo

Algo que me encanta en esta vida es comer, y comer bien. Soy amante de las pastas, comida mexicana, carne (pero no en churrasco) y de las queridas milanesas, Adoro las sopas, sobre todo las sopas cremas caseras que suelo hacer durante el invierno, con crotons, y panceta cocinada. Nada sano, pero deliciosas (y más sanas que las que venden en sobre). Por lo cual no entiendo a la gente que come para vivir, porque yo vivo para comer.
Cuando conocí al Santi yo no sabía cocinar. Debe ser genético por todas partes, porque  mi mamá tampoco sabía cocinar, mi mamastra menos, aunque hace unas milanesas deliciosas y un arroz muy tentador, pero luego de estos dos platillos, preferís hacerte el café con leche vos mismo.
En casa siempre hubo alguien capacitado para alimentar a la familia. Pero luego me junté con el Santi y se fue todo al demonio. Hice helados de queso con frutillas, y salsas de hinojo y zapallito (guácala) hasta que le encontré el orden a las sartenes y ollas, y sobre todo a las hornallas. Y aprendí a calentar el agua del mate sin quemarla.
Es por eso que no entiendo a la gente que piensa que se alimenta yendo a bares inmundos, a comer fritos chorreantes, milanesas con cabelleras doradas, o que van a restaurantes “bien” y piden ravioles. Si uno sale a comer fuera, tiene que comer algo que en su casa no se cocina!  Y cada vez se cocina menos en las casas promedio de Montevideo. En mi caso es al revés, excepto Gaby. Nos peleamos por cocinar, pero no milanesas, sino cazuelas, guiso de borrego, pastas caseras o ceviches. Esto es vida, vivir para comer, sin importarte cuantos kilos acumules en cada bocado. Y del vino ni hablamos.
Tampoco entiendo a la gente que usa todos esos productos pre-hechos y congelados (pizzas, calzones, ensaladas, etc.), o que simplemente abren un sobrecito y ponen todo en un ”bowls” y listo. Simplemente no los comprendo.
Odio que me inviten amigos a cenar y cuando llegas, agarran el teléfono y llaman al “delivery” de turno.Eso  no es invitar, es una absurda excusa para que “la flaca” no toque la cocina.
Pero tengo un serio problema: si quedo sola en casa soy incapaz de hacerme un omelette. Como papas fritas de bolsa y tomo dos litros de Coca Cola light…. ¿Seré una de esas “bestias” que no saben alimentarse?, ¿o una vaga que no se anima a acercarse al freezer? Conclusión: cocinar es amar.



4 comentarios:

  1. ¡Divertidísimo como siempre! Felicitaciones!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  3. jajajaja....te olvidaste de la torta Omelette .....!!!!! jajaa lo voy a publicar ANÓNIMO.....!!!!

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    1. Ja! tenes razón, esa torta Omelette tiene su lugar en mis méritos culinarios!

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