Este mundial de fútbol ha dejado bastante que
desear. Se han destapado ollas de corrupción, y las que siguen tapadas,
mostraron su hilacha.
Todo fue un fantoche, desde árbitros ineficaces
o corruptos, hasta jugadores con Balón de Oro que no lo merecían. “Artistas”
que se creyeron los mejores, y no supieron moverse en el comienzo del mundial,
y siendo suplantados por uno mejor, que hubo que sacar de apuro del banco de
suplentes. Problemas políticos y sociales a más no pedir.
Lo único verdad es que los alemanes ganaron en
buena ley, con fútbol, no bonito, pero fútbol. Y es esto lo que nos despierta
las esperanzas que dentro de cuatro años, sin importar las circunstancias,
deseemos ver rodar la pelota. El mundo gira, también ahora, así que ahora a
ponerse las pilas y jugar, bonito o no, pero a jugar de verdad.
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