Yo soy de caminar por el centro de Montevideo (lugar donde confluyen todas las clases económicas, sociales y culturales de mi ciudad),
y soy observadora, me gusta ver a la gente, como viste, como anda, que hace
mientras camina. La gran mayoría habla por teléfono, muchos miran vitrinas,
pero la gran mayoría come, sin importar que aparte de caminar, miren
escaparates, hablan por celular y llevan a sus hijos (de 4 – 5 años) en
carritos de bebe (tomando una bebida carbonatada en el biberón y comiendo un
bizcocho relleno de dulce de membrillo).
A mi me enseñaron a bajar las revoluciones
antes de comer y a sentarme a la mesa, concentrarme en lo que comía, sin
televisión, diarios, con una charla liviana en familia.
Hoy en día veo que en mi ciudad eso pasa cada
vez menos. La gente come mientras que camina. Pero cuando hablo de comer, no me
refiero a frutas y verduras, sino hamburguesas de multinacionales, bizcochos,
chorizos y panchos de carritos autóctonos…. Nada sano.
No soy una nutricionista y estoy lejos de tener
una higiene alimenticia correcta, pero se que en el Uruguay al menos ¼ de los
niños de 9 a 12 años tienen obesidad. La gran mayoría de los niños no comen
verduras y frutas y se llenan a carbohidratos. A eso le agregamos que andan en
carrito para “bebes” hasta los 4 – 6 años, y que no corren ni hacen ejercicio.
Todo esto conlleva a que aparte de tener una población envejecida, los jóvenes
que lleguen a adultos serán obesos, hipertensos, diabéticos, y con colesterol
del malo alto, gente con baja autoestima, y con serios problemas de transpiración,
sin contar la apnea y otros problemas respiratorios. Lindo “cocktail” para no
llegar a ser viejos, y a esto le sumamos el sedentarismo.
Estamos criando (vuelvo al tema: soy
recurrente, sepan entender) a gente que no se sabe alimentar. Pero esta vez la
culpa es toda nuestra, los estamos enseñando errando en su alimentación y los
estamos herrando para que coman basura. Mi Gaby me pide más verduras, y tiene
razón. La vida rápida nos lleva a comida de tal categoría, pero saben que en
casa una lasagna se hace en 20 minutos, con tres hornallas encendidas. Aparte
de alimentar bien a mi familia, calefacciona el hogar y deja un aroma que es
difícil de olvidar.
Es necesario desamar tanto a nuestros hijos que
los llenamos de comida chatarra, de fritos, de comida envasada? No seria
preferible pasar tiempo de calidad con ellos, enseñándoles a hacer galletas
caseras y cortar verduras?, en vez de abrir paquetes y descongelar comida
procesada?