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10 de agosto de 2014

Sierras de Mahoma, porque no vinieron, fuimos.....

Un sábado de agosto, divino, sin lluvia, sin nubes, totalmente prometedor, eso fue lo que paso esta mañana, cuando a las 8:30 de la mañana saltamos de la cama y nos encaminamos a San José, al departamento, aunque pasamos por la periferia de la ciudad, para ir a Las Sierras de Mahoma. Ya que no vinieron a casa, nosotros vamos a ellas.
 
Todo surgió por el agotamiento físico y mental que uno viene cargando a estas alturas del año, y la decisión de que las cosas de la casa pueden esperar un día más. Y ahí vamos, con todo lo necesario, pero olvidando lo obvio (cantimplora y sillas) y ahí fuimos. No es tan difícil llegar a la estancia turística, en la cual te cobran 40 pesos uruguayos por persona, es decir un dólar con ochenta centavos, los cuales vale la pena invertir.

De lo que he recorrido por el paisito, puedo decir que este lugar está muy limpio y prolijo, no hay ni colillas de cigarrillos, ni tapitas de botellas, ni botellas ni nada. Todo limpio, pero no es por la gente que lo visita, sino por sus tenedores, sobre todo Beatriz, que se encarga que todo esté en orden y limpio.

Encaminamos el auto hasta donde se puede, luego hay que poner en marcha las patitas, y trepar un monte bajo (recuerden que Uruguay es chato) y ahí aparecen las maravillas del monte autóctono y las rocas, que si la imaginación te da, puedes descubrir mil formas a lo largo del recorrido. Vimos rocas que nos recuerdan a carpinchos, yunques, y hasta una moto de agua!!

En la flora nacional serrana puedes encontrar todo tipo de nidos y aves, y en medio del bosque, pequeñas cascadas que forman un riachuelo ridículamente maravilloso y sonoro. No hay flora extranjera, solo un pino que anda a saber como llego al lado de una de las rocas más altas. Bueno, tenemos inmigrantes de todos lados, porqué no un pino?

Hay senderos especiales para peatones y otro para ciclistas, compartiendo en mutua armonía las maravillas que la naturaleza nos regala. Los diferentes senderos están marcados para que la convivencia sea más simple; los peatones seguimos las flechas rojas.

Mi único problema es que El Santi desayunó semillas de girasol creo, y no se si me acompaña él o un loro gris, no para de hablar!!…. su excusa es que es feliz, pero me espanta a todos los pajaritos, excepto los buitres. Creo que ellos presienten que estoy a punto de tirarlo de una roca y sepultarlo con otra, o al menos cortarle la lengua. Tanta es la cháchara que trae que se me distrae con las señas, y se siente como Hansel y Gretel buscando enloquecido las flechas rojas, pero eso no hace que deje de hablar, y tres buitres nos rondan desde el cielo. Parece una escena del lejano oeste!!

Yo muerta de sed y calladita, cosa rara para los que me conocen, pero tendrán que admitir que El Santi es bastante locuaz. Igualmente el malhumor no se hace presente, El Santi se encarga de espantarlo y me hace reír con sus ocurrencias!

Luego de un largo recorrido que no pudimos calcular, porque el charleta total no se callaba y yo no se medir distancias, volvemos a la zona de autos. Hay parrilleros, lago, juegos para niños y ahora sí, varios árboles extranjeros.  El almuerzo nos espera a la orilla del lago, con los patos silbadores, con las cuevas a nuestras espaldas junto a un bosque indígena que crece a pesar de las rocas, que apenas deja pasar el sol, pero que brinda toda la tranquilidad que uno puede esperar, y hasta más.

La atención de Beatriz es lo que se puede esperar de alguien que ama la naturaleza y lo que hace. Es atenta, divertida y solícita. Un punto alto más para esta opción tan buena.

La vuelta a Montevideo es rápida, una sola parada en Estación González para fotografiar la vieja pulpería, que sigue actuando de bar.

Mucho podemos criticar al Uruguay, pero es obvio que este pequeño país se esfuerza para brindarnos la mejor vida natural que una persona puede pedir. Solo les pido, que si un día van a las Sierras de Mahoma cuiden el orden, la fauna y la flora, y no tiren basura. Ni aquí ni en ningún otro lado, solo en los lugares especificados para ello. Nuestra mano puede destruir muy rápidamente lo que tantos años le llevó a la naturaleza hacer para complacernos.


Y si van con alguien que conversa mucho, lleven un garrote o cinta del pato!!

2 comentarios:

  1. Excelente Fer, nada para agregar, completito!!!

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  2. Qué día que pasamos!!! Por suerte el clima se puso las pilas y ayudó.

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