¿Que está pasando?

Vivo en el hemisferio sur, donde se supone que en agosto hace frío. Bueno, hace una semana que vengo feliz, no ha llovido, sale el sol, poca niebla y un calorcito que invita a creer que estamos en primavera.

Los uruguayos hemos dejado los cuellos largos de lana, las camisetas frisadas y los tres pares de medias, para andar de camisa, sin bufanda ni gorros de lana, rebuscando en el ropero algo de ropa de verano, porque no se soporta el calorcito (justo esa ropa que por algún motivo logístico termina en una maleta en la buhardilla, o en valijas llenas de naftalina).

Dicen los que no saben y los que saben, que esto se debe al cambio climático. Yo que no sé nada, puedo asegurar que me encanta agosto con 23° en vez de -3° y no andar con tanto abrigo que una parece una estrella de mar, sin movilidad ni sensualidad.

Pero ojo, no me gustó el verano de este año, en enero de 31 días, llovieron 25. Que contrariedad!

Pero claro, este calor te agarra sin aviso y con ausencia de telegrama de que te debes estar depilada, ni que los kilos de más que aumentaste en invierno de tanto guiso acompañado de pan, de tantos bizcochuelos a media tarde, que tantos “scones” de queso con mermelada de frutillas no son compatibles con la ropa de verano. Tampoco nos agarró prevenidos de los mosquitos, esos que te dan malaria, fiebre amarilla, dengue y el  chikungunya, que más que nombre de enfermedad, tiene nombre de salsa para acompañar un asado o de un baile caribeño.  Andamos prendiendo inciensos, corriendo al supermercado a comprar mata mosquitos,… creo que están por pedirme que encienda más cigarrillos.

Total, el año pasado me tome vacaciones en agosto y llovió, luego me tomé unos días en enero y llovió. Señor Dios de la meteorología, me mandas un e-mail con las fechas idóneas para tomarme las vacaciones que me quedan antes de diciembre o tendré que andar en submarino el resto de mis vacaciones?