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17 de marzo de 2014

Esas pequeñas cosas de la vida


El viernes que viene, hacemos reunión de amigas. Esas amigas que nos conocimos de grandes, el 25% traídas por sus parejas, el 75% por un simple curso de portugués. Pero aquí estamos, con las ansias de esa cerveza algunas, otras de chocolate caliente y churros, pero con las ganas de juntarnos porque si. Porque somos amigas, porque nos queremos, porque aprendimos de las unas y desaprendimos de las otras.
Existe algo más lindo que un “aquelarre” de amigas? Donde no somos brujas, sino amigas, hermanas del alma.
Una ya aviso que no puede, pero esta perdonada, tenemos que festejar, es docente y cumple con sus deberes, como cualquier colegial. El resto confirmado. Luego les cuento como nos fue y fotitos de las meriendas compartidas.

Hay otras amigas, claro que las hay, esas que en verdad son hermanas, que nos conocieron de chicas, que nos traen a la memoria esas cosas que una no puede acordarse, esas que aunque pasaron más de 30 años, están ahí, pendientes y expectantes, aconsejando y chusmeando. Las del colegio, que dan ánimos, y conocen más de ti (y más que tu misma), porque te conocieron de adolescente, cuando no sabías lo que querías y ellas sabían que era lo que tu querías. Esas incondicionales siempre, pese a la distancia. Hay otras, que son mejores amigas, que no es necesario ni el Skype, ni el email, porque saben escribirte en el momento justo y les contestas en el momento ideal para una respuesta que te hará rascar la cabeza, re calculado todo lo aprendido. Pero también están las excompañeras de trabajo.

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