Estoy con
mi querido Santi. El pobre se niega a usar lentes “multifocales”, por lo cual
está sentadito al lado de la tele, a esa distancia que nuestros padres nos decían
de chicos que nos podían causar “ceguera”.
Los lentes
para ver de lejos los tiene arriba, (esa es la desventaja de casa de dos pisos)
y se niega a subir, y yo ni me muevo. No
me muevo porque tengo los lentes de leer en la cartera (y ella siempre está cerca mío), y veo mucho mejor que él, no es por la diferencia de edad; él empezó
a usar los lentes de cerca de los 40 vintenes (lo que me espera!) y yo a los
41, ahí andamos.
En la tele
están pasando mujeres divinas, y no se entera. Y dice que soy más lindas que
ellas. Me gusta estar casada con Mr. Magoo!
Tiene la
ventaja que no ve que no estoy depilada (y sus manos son tan ásperas de tanto
trabajo doméstico, que está perdiendo el tacto también), me ve linda, es decir
que ratifica su ceguera. El no sabe que
pasa si le escondés los lentes, pero te hace sentir feliz igual.
El Santi
sigue pegado a la tele, pero no sabe lo que ve, es que sabe que al final yo le
voy a decir quien es quien, pero tiene la ventaja que reconoce las voces.
El Santi,
es un genio, a mi me tiene “junada” con el Braille y con el oído. Dice que mis
ronquidos son insoportables, pero no son peores que mis peroratas diarias. Considera todos los días irse a dormir con Thor
(nuestro perro pseudo guardián, que se la pasa durmiendo) que ronca, pero no tanto, pero es muy baboso y
no tiene “cucha” propia. Pero igual,
todos los días tantea a ver si soy yo, y lo mejor de todo, es que estoy ahí,
siempre al firme, solamente para él.
Estamos
descubriendo que nos estamos poniendo viejos, pero no nos importa, porque nos
tenemos el uno al otro.
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