Todo en esta vida tiene causas y efectos. Podemos
decir que el vuelo de una mariposa puede cambiar la realidad pasada o futura,
pero eso es demasiado complicado de explicar. Es más sencillo decir que una se
levanta feliz, con ganas de sonreírle a la vida, dando gracias por otro día
…
pero siempre hay alguno que se encarga de ponerte de mal humor, aunque te
resistas. Estos terroristas de las sonrisas y la buena onda andan libres por el
mundo, con sus mil armas de destrucción masiva.
Y sí, masiva, porque el mal humor se contagia
como el resfrío o la varicela. Cosa que su hermano mellizo, el buen humor, no
lo hace tan rápidamente. Excepto que seas un aspirante a Buda, siempre hay
alguien que por algún motivo o circunstancias trata que seas tan infeliz como
ellos son y generalmente lo consiguen.
Hoy una amiga contaba que su bebita de casi dos
años se levantó diciéndole muchos piropos. Espero que el día de mi amiga haya
sido genial, porque el mío fue arruinado como un viñedo por el granizo.
A estas alturas de mi vida no voy a ponerme a
hacer catarsis por este medio, no culparé a la señora que se me coló en la fila
del supermercado, o a ese insistente vendedor telefónico que me quiso vender un
obelisco a un módico precio y en cuotas. Ni al insatisfecho que nada lo
satisface, ni aquel que lleva el sartén por el asa por simple causalidad ligada
en forma extraordinariamente opuesta a sus capacidades.
El efecto de encontrarte con estos incapaces de
ser felices, es que aparte de generar tu mal humor, generan el pésimo mal humor
de los que te rodean. No podes cambiar la cara como si fueras un biombo, ni
dejar de ironizar.
Que derecho tienen estos talibanes de la
sonrisa a apoderarse del control de nuestra alegría, de nuestro positivismo, de
nuestra presión arterial? Acaso no deberíamos enviarlos todos a investigar la
fosa de Las Marianas pero desde adentro y sin tanque de oxígeno?
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