Hace algún tiempo que noto que amigos que se
han ido del país lo lamentan con nostalgia. Todos declaran su pérdida, pero
ninguno se vuelve del todo, solo vienen de vez en cuando, sobre todo en verano,
a visitar a amigos y familia.
En mi caso me fui de chica, sin conciencia
alguna, y volví de adolescente obligada por mi familia, y me quedé por mi
propia decisión. Capaz que algún día soy de las que apagan la luz, pero yo me
quedo acá.
Noto que todos los de afuera hablan con ternura
de nuestro país, pero nunca han demostrado querer volver. Conozco casos de
gente que se fue obligada durante la dictadura, volvió esperanzada, y ahora
desea volver a su exilio, esta vez voluntario.
Todos nos desgarramos las vestiduras
defendiendo este pequeño pedazo de tierra entre dos gigantes, pero casi nadie
sabe sus fechas patrias, casi nadie se ha molestado en conocer la patria mas
allá de las termas o las costas de Maldonado y Rocha.
Conocen más París y New York. No saben donde
queda Pando ni saben el significado de Salsipuedes. Pero los puentes que nos
unen con Argentina, los tienen claritos.
Todavía discutimos en nuestro país si los de
afuera son de palo, o si pueden votar. Claro está que el de afuera ejerce su
ciudadanía y nos “clava” o nos “bendice” a los giles que nos quedamos, pero no
serán acaso un cacho más ciudadanos? U opinar de afuera es más fácil? El que se
fue a Sevilla, perdió su silla?
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