Hasta en las mejores familias
En
todas las casas pasan ese tipo de acontecimientos diarios que nos enloquecen y
que no tienen explicación científica suficientemente fuerte para ser rechazadas
o tan estúpidas que son increíbles.
En qué casa no sucede que cuando tienes un frasco
lleno de galletitas variadas, siempre se terminan primero las glaseadas y luego
las que tienen chispas de chocolate? En que hogar con más de tres moradores no
hay cuatro o cinco calcetines que van divorciados de su par por meses, y un
día, súbitamente la pareja pródiga vuelve como si no pasara nada? En que
domicilio no desaparecen sorpresivamente el destapador o un accesorio de la
aspiradora?
En mi casa tenemos un mazo de
calcetines esperando el retorno de su infiel compañera.
Han desaparecido las cosas más
insólitas y han aparecido en los lugares menos adecuados. Sin ir más lejos, hoy
El Santi perdió una rebanada de pan con paté, lo busco y nada….. Espero no
encontrarlo podrido dentro de 2 meses atrás de la cocina, o peor aún, en el
cajón de la ropa interior.
Muchas veces esto sucede por descuidos involuntarios,
como tratar de hacer cuatro cosas al mismo tiempo (hablar por teléfono con
mis viejos, tratar de desmoldar un flan, ignorar al perro que te pide jugar en
el momento incorrecto y soportar los gritos de una hija hambrienta “tengo
hambre!”)
Otras veces, las cosas pasan a una dimensión
desconocida, abducidas por un agujero negro, para volver plácidamente por otro
gusano de tiempo. Gracias que tiene la física, que a nadie causa chiste.
Hemos perdido de todo en casa, hasta la razón, es por
ello que nos sentimos un poco felices por ello, ya no nos importa (excepto el
pan con paté), porque sabemos que algún día las cosas volverán, excepto la razón.
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