Hoy la angustia fue absoluta, un “enter” de más
y el peor correo electrónico que he enviado en mi vida fue a parar al
destinatario erróneo.
El no saber como detener la cosa (me di cuenta
del error diez minutos después de enviado) no fue lo peor. La angustia comenzó
al recibir la respuesta, la cual no he podido terminar de leer por completo, y
que iba con copia a todos los superiores involucrados en el tema, y los que no
tenían nada que ver también estaban copiados, por las dudas.
El tema es la euforia, la bronca, la
impotencia. Pero esa no es excusa cuando una pretende ser profesional. Tampoco
lo es estar cerca de la menopausia, ni cerca de la adolescencia. El tema es que
estamos tan informatizados y automatizados que no nos damos cuenta a quienes
copiamos en un correo electrónico y cual es su relevancia.
Ahora no nos detenemos a pensar antes de dar el
famoso “enter”; puede ser porque mi generación tiene la tendencia a la vieja
carta manuscrita que iba con sobre, sellos, y toda esa parafernalia. Pero el
mundo ha cambiado.
A partir de hoy, en mi laptop, en lugar de
ENTER dice WARNING!
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