Hoy le pintaron la cara a Uruguay. Se la
pintaron mal, con expulsión, y todo lo hizo la “Cenicienta” de la serie. Todos
los uruguayos estamos calientes, tan calientes que no hay nadie en la calle.
El fantasma del Maracaná se cambió de bando y
nos pegó un susto de aquellos a los queremos a la selección uruguaya.
No les voy a decir las bromas que he visto en
las redes sociales con respecto a los Ticos y los Celestes. Claro está que
ninguna es de Uruguay, y que para todos nosotros esto ya es un “dejavu”, porque
hemos sabido salir de peores, pero…. Quien nos quita los goles Costarricenses?
Hoy, luego del partido, salí con el Santi a
hacer algunos mandados. Las caras largas, por no decir de “culo” de la gente
que tiene que trabajar, eran dignas de fotografía, pero el celular esta
prudentemente descargado en mi cartera. No había clientes, no había gente en
las calles, y en algunas vidrieras con la bandera uruguaya, me pareció ver un
sol con cara triste, no enojado, sino triste.
Yo no voy a dar lecciones de fútbol a nadie, no
soy quien, y siempre mis comentarios al respecto se ven empañados por una nueva
acción que retruca lo mencionado (ojala que esta vez se cumpla!) Pero al ver
las caritas de mis compatriotas luego de caer bajo las patas de los ticos, no
tuve nada mejor que acordarme de la depresión post-parto: tenés un hijo divino
y sano, una pareja única, el nene sonríe, pero vos pensás “para que carajo lo
traje, si no me está dando alegría y solo me costó dolor?”….. Esa depresión
post-parto, dura poco, porque ese bebé se transforma en el centro de nuestra
vida, espero que la depre que nos dio la
Celeste sea aún más corta.
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