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23 de junio de 2014

Pelando las chauchas, despacito

Los uruguayos somos dejados, hacemos todo a último momento. Si lo sabré con mi familia, especialmente El …. ya saben quien. Es por eso que se arman colas para sacar el documento que permite votar, para renovar la cédula de identidad, para sacar las entradas al estadio. Somos haraganes, atorrantes.
Pero somos apasionados por el fútbol. Es lo que más nos mueve, es lo que nos une como patria, tiramos todos por la Celeste, de eso no cabe ninguna duda, sin importar de qué equipo local es cada uno.
Mañana nos jugamos otra final, esta vez  con Italia. La Azzurra y la Celeste. No voy a recordar que el celeste es el azul diluido, mezcladito, como dejado, sin intensidad, porque en este caso no es así. La Celeste tiene garra, tiene ganas, tiene sueños. Somos tres millones que mañana pararemos al país. Dejará de girar el mundo por 105 minutos más alargue, esperemos que sea corto el tiempo extra, porque el mundo tendrá que volver a girar.

Si La Celeste gana, si Suárez y Cavani meten pata, si Muslera le susurra canciones de amor a los arcos y se calza bien los guantes, el mundo volverá a girar. Retomaremos la vida cotidiana, pero con una sonrisa imborrable. Si Buffon nos bloquea el poder acariciar la red, si Balotelli anda clarito, si Pirlo se pone bastante antitraspirante, el mundo seguirá girando, pero le va costar arrancar, y más despacio, a la uruguaya.

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